NOTA DEL BLOG:
Una maleta y una Biblia es todo lo que llevaba Ilse Michel Curiel cuando regresó a su casa a comienzos de este mes. «Hola, mamá», fue todo lo que dijo. La última vez que Mayra Martínez la vio Ilse era una pequeña de 10 años. Hoy es una adolescente de 16.
Seis años de secuestro que reviven el escándalo del albergue Casitas del Sur, del que desaparecieron decenas de niños y donde más de un centenar fueron rescatados por las autoridades
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FUENTE: ABC Spain
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Una maleta y una Biblia es todo lo que llevaba Ilse Michel Curiel cuando regresó a su casa a comienzos de este mes. «Hola, mamá», fue todo lo que dijo. La última vez que Mayra Martínez la vio Ilse era una pequeña de 10 años. Hoy es una adolescente de 16.
Seis años de secuestro que reviven el escándalo del albergue Casitas del Sur, del que desaparecieron decenas de niños y donde más de un centenar fueron rescatados por las autoridades
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FUENTE: ABC Spain
Una maleta y una Biblia es todo lo que llevaba Ilse Michel Curiel cuando
regresó a su casa a comienzos de este mes. «Hola, mamá», fue todo lo
que dijo. La última vez que Mayra Martínez la vio Ilse era una pequeña
de 10 años. Hoy es una adolescente de 16. Seis años de secuestro que
reviven el escándalo del albergue Casitas del Sur, del que desaparecieron decenas de niños y donde más de un centenar fueron rescatados por las autoridades.
El caso se destapó precisamente con la desaparición de Ilse
Michel en diciembre de 2008. Por orden de un juzgado de lo familiar en
el Distrito Federal la niña había llegado tres años antes a un centro
público de acogida como presunta víctima de violencia intrafamiliar. En 2007 fue trasladada al albergue Casitas del Sur de la Iglesia Cristiana Restaurada, donde Elvira Casco,
su entonces directora, prohibió las visitas familiares. En agosto de
2008 el juez otorgó su custodia a la abuela materna, pero la niña ya no
estaba en la casa-hogar. El exdiputado Agustín Castilla, que perseveró
en la resolución del caso, relata que una trabajadora del albergue
constantemente le decía que su familia no la quería y la había
abandonado –lo que tenía sentido, puesto que nunca permitieron que sus
familiares la vieran–, y la indujo a que se escapara ofreciéndole «un
hogar donde la iban a querer mucho».
Al poco tiempo se conoció que al menos otros 13 niños
habían desaparecido de albergues afiliados a esta asociación en varias
ciudades del país. En junio de 2010 era detenido en España el fundador de la secta, Antonio Domingo Paniagua, y un año más tarde era extraditado para enfrentar un proceso penal por tráfico de menores y delincuencia organizada.
Acompañada de una Biblia
Pero de Ilse Michel nunca más se supo. Hasta el pasado 6 de
marzo. La joven cuenta que vivió con una mujer, su marido y la hermana
de la primera. Pero no quiere hablar ni bien ni mal de la familia que la
cuidó, pues le preocupa que los perjudiquen. Según «El Universal»,
de nada sirve que su madre le explique que la tenían retenida de forma
ilegal y le ocultaron que sus verdaderos padres no la habían abandonado.
La adolescente vive ahora con su madre, lee la Biblia todas las noches
y, según Mayra, está tan pálida «como si en todo el tiempo que estuvo
ausente de nuestra casa no le hubiera dado nunca el sol». De hecho, en
el último año y medio Ilse Michel jamás salió de la casa donde vivió su
particular cautiverio. Allí fue sometida a un «adoctrinamiento religioso» sin televisión, ni colegios, ni contacto con otros niños.
Un día, la muchacha escuchó en la radio que la estaban
buscando y que se ofrecía una recompensa. «Parece que esto fue lo que la
llevó a decirle a la familia con la que vivía que quería reunirse con
nosotros, sus padres. Es como si hubiera estado esperando para crecer,
tomar fuerzas, a pesar de su timidez, y así decirle a la familia que
quería irse», cuenta su madre. Tras mucho insistir, su familia de
acogida la envió en un taxi a un centro familiar en Ecatepec, en el
Estado de México. Tras las averiguaciones pertinentes, Ilse era enviada
con su abuela Ardelia, quien tiene la custodia legal. «Pero mi hija
quiere quedarse conmigo y ella ya tiene la edad necesaria para decidir
con quién quiere vivir», dice Mayra. La mujer describe estos años sin su
hija como una muerte en vida: «Perdí trabajo y perdí todo. Al verla llegar mi alma volvió a su lugar». Otros trece niños y otras trece almas aún esperan regresar al sitio que les corresponde**********************************
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