NOTA DEL BLOG:
EN LO PERSONAL NO CRITICO LA DECISION DEL DR MIRELES SEA LA QUE FUERE........HIZO LO QUE PUDO Y FUÉ MUCHO, PRIMERO CAMBIÓ EL ESTETOSCOPIO POR UN ARMA , DESPERTO LAS CONCIENCIAS DEL PUEBLO MEXICANO , PUSO EN JAQUE A LOS NARCOS Y PUSO EN JAQUE AL CORRUPTO GOBIERNO ADEMAS HIZO SABER AL PLANETA ENTERO QUE ¡MEXICO LATE! ..EL ESPIRITU SIGUE VIVO ¡NO ESTA MUERTO! COMO EL GOBIERNO CORRUPTO PIENSA
LOS MOVIMIENTOS Y MANIFESTACIONES POR AYOTZINAPA ESTAN EN BUENA MEDIDA INSPIRADOS Y MOTIVADOS POR EL VALIENTE MEDICO. ....ESO NO LO HACE CUALQUIERA, SOLAMENTE UN LIDER NATURAL CON EL ARRASTRE DEL BUEN DOCTOR-
AL FINAL DE CUENTAS ES SU VIDA Y HA LOGRADO SALVARLA EN VARIAS OCASIONES ....INCLUYENDO EL AVIONETAZO QUE LE PROVOCARON Y LES FALLÓ ESO FUE UN ATENTADO Y SE DICE QUE DE LOS MISMOS QUE TUMBARON UN HELICOPTERO Y OTRO AVIÓN EN DONDE MURIERON 2 SRIOS DE CALDERON EXPRESIDENTE DE MEXICO ORIUNDO TAMBIEN DE MICHOACAN COMO MIRELES .."A ALGUIEN LE PISARON LOS CALLOS"
HASTA CIERTO PUNTO FUE ABANDONADO POR EL PUEBLO QUE EL MISMO DEFENDIÓ ...LO ESTAN DEJANDO MORIR SOLO EN PRISION ..ASI QUE SI DECIDE SALIR LIBRE DE LA FORMA QUE SEA ¡BIEN POR EL DOCTOR! EL LE CUMPLIÓ A SU FAMILIA ,A SU PUEBLO Y SOBRE TODO A SU CONCIENCIA SUERTE MEDICO MIRELES DECIDAS LO QUE DECIDAS
ALGUNA VEZ MIRELES DIJO: “No queremos ser líderes, ni queremos ser caudillos, pero tampoco
queremos ser mártires; lo que pasa es que todos los que estamos en esta
lucha somos sobrevivientes del crimen organizado, somos gente a la que
le devastaron familias enteras”
El doctor Mireles: tema del traidor y del héroe
© Walter Ego
14:43 27/11/2014
Walter Ego FUENTE: RIANOVOSTI
“Desgraciado el país que necesita héroes”
Bertolt Brecht
En unos pocos días el doctor José Manuel Mireles Valverde, el
encarcelado líder de las fuerzas de autodefensas en Michoacán, al
parecer saldrá libre. Los abogados que lo defendían aseguran –y por ello
renunciaron a representarlo– que aceptó pactar con las autoridades
federales a cambio de su libertad; el comisionado para la Seguridad y
Desarrollo integral de Michoacán, Alfredo Castillo Cervantes, niega tal
entendimiento.
Detenido el 27 de junio de 2014 por los presuntos delitos de posesión
de drogas y portación de armas de uso exclusivo del ejército, el
encierro del doctor Mireles, cirujano de profesión, es la paradójica
prueba de la ineptitud de un estado de derecho para hacer cumplir la
ley. Su “delito”, ciertamente, es de “portación”, pero no de las armas
que por meses cargó sin ser molestado, sino de significado.
Al apostar el Estado por la legitimización de unas fuerzas ciudadanas
armadas que antes de ello ya habían logrado un sensible abatimiento de
los índices delictivos en la zona donde operaban y encarcelar poco
después a quien era sin dudas el más notable y carismático de sus
líderes, envió señales contradictorias que apuntalaron la desconfianza
de la ciudadanía sobre su actuar en Michoacán, más aún cuando hasta la
fecha las fuerzas de seguridad han sido incapaces de capturar al líder
del cártel de Los Caballeros Templarios Servando Gómez Martínez, alias
“La Tuta”, cuyas redes de connivencia, que lo han convertido en un
elusivo fugitivo, sólo pueden ser desarticuladas a partir de una
comprensión de las mismas que acaso sólo posean aquellos que –como el
doctor Mireles– de víctimas inertes se erigieron en peligrosos
defensores de su propio bienestar.
El doctor Mireles ciertamente es un “peligro”, pero no para una
sociedad cuya defensa asumió en apego a la sentencia de “nunca permitas
que el sentido de la moral te impida hacer lo que está bien” (Asimov,
dixit). Ello explica la conducta puntual de un hombre que cansado de
“los abusos, violaciones, ejecuciones, secuestros, extorsiones” de la
delincuencia organizada” hizo de lo justo ley y se convirtió en uno de
los fundadores de las fuerzas de autodefensas en Michoacán y en un
peligro potencial para unas autoridades que terminaron por
encarcelarlo. “Sumo derecho, suma injusticia”, había advertido ya
Cicerón.
De ahí que poco importe si su eventual liberación sea el resultado (o
no) de un pacto. Mireles no es el héroe para el mármol en que muchos
quisieron transformarlo y que México no precisa (más que héroes, lo que
el país necesita es una ciudadanía concientizada que no se encandile con
los fulgores fatuos del mesías de estación); tampoco es el traidor
deleznable en que supuestamente lo quieren convertir. Mireles, y ello no
lo podrá cambiar nada, es el símbolo –en tanto “representación
perceptible de una idea”– de una ciudadanía cansada de la
“cotidianización” de la violencia y del descrédito de unas autoridades
narcotizadas –por adormecidas, coludidas, y en ocasiones, como lo
demostraron tristemente los hechos de Iguala, mimetizadas con la
delincuencia organizada– que le apostaron a cercenar una por una las
siete cabezas de la hidra en flagrante olvido de la capacidad
regenerativa que tanto el monstruo mitológico como el del narcotráfico
poseen.
“No queremos ser líderes, ni queremos ser caudillos, pero tampoco
queremos ser mártires; lo que pasa es que todos los que estamos en esta
lucha somos sobrevivientes del crimen organizado, somos gente a la que
le devastaron familias enteras”, comentó alguna vez el doctor Mireles
para explicar el porqué de su actuar. Es por ello que desde la cárcel o
el exilio –una de las condiciones establecidas para su liberación en el
hipotético pacto con el gobierno–, desde la beligerancia o el silencio,
desde el pedestal o el olvido, el doctor que cambió el bisturí por las
armas para drenar los abscesos de un corpus social infecto seguirá
siendo la personificación de una posibilidad otra hasta que “el imperio
de la ley nos garantice la vida, los bienes y el desarrollo”, un símbolo
que habrá de recordarnos siempre, como también escribiera Brecht, que
Cuando los que luchan contra la injusticia
están vencidos,
no por eso tiene razón
la injusticia.
están vencidos,
no por eso tiene razón
la injusticia.
Nuestras derrotas
lo único que demuestran
es que somos pocos
los que luchan contra la infamia.
Y de los espectadores, esperamos
que al menos se sientan avergonzados
lo único que demuestran
es que somos pocos
los que luchan contra la infamia.
Y de los espectadores, esperamos
que al menos se sientan avergonzados
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
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