NOTA DEL BLOG: RESCATO ESTE ESCRITO VIEJO DEL 2013 ...¿VIEJO? ES DE APENAS HACE 4 AÑOS JUARR
Somos la generación que pedía permiso a los padres; y pide permiso a los hijos
¿ESTAMOS CRIANDO VAGOS?
Hay que llamarlos varias veces en la mañana para llevarlos a la
escuela. Se levantan irritados, pues se acuestan muy tarde hablando por
teléfono, viendo tele o conectados a la Internet. No se ocupan de que su
ropa esté limpia y mucho menos ponen un dedo en nada que tenga que ver
con arreglar algo en el hogar.
Idolatran a sus amigos y viven poniéndoles defectos a sus padres, a
los cuales acusan a diario de “sus traumas”. No hay quien les hable de
ideologías, de moral y de buenas costumbres, pues consideran que ya lo
saben todo. Hay que darles su semana o mesada, de la que se quejan a
diario porque eso no me alcanza. Si son universitarios, siempre
inventan unos paseos de fin de semana que lo menos que uno sospecha es
que regresarán con un embarazo, cayéndose de borrachos o habiendo fumado
un churro de marihuana.
Definitivamente estamos rendidos y la tasa de retorno se aleja cada
vez más, pues aún el día en que consiguen un trabajo hay que seguir
manteniéndoles. Me refiero a un segmento cada vez mayor de los chicos de
capas medias urbanas que bien pudieran estar entre los 16 y los 24 años
y que conforman a la ya tristemente célebre Generación de los NINI’S,
que ni estudian ni trabajan, o estudian y trabajan con todo el pesar.
¿En qué estamos fallando?
Para los nacidos en los cuarenta y cincuenta, el orgullo reiterado era que se levantaban de madrugada a ordeñar las vacas con el abuelo; que tenían que limpiar la casa; que lustraban sus zapatos; algunos fueron limpiabotas y repartidores de diarios; otros llevaban al taller de costura la ropa que elaboraba nuestra madre o tenían un pequeño salario en la iglesia en donde ayudaban a oficiar la misa cada madrugada.
Para los nacidos en los cuarenta y cincuenta, el orgullo reiterado era que se levantaban de madrugada a ordeñar las vacas con el abuelo; que tenían que limpiar la casa; que lustraban sus zapatos; algunos fueron limpiabotas y repartidores de diarios; otros llevaban al taller de costura la ropa que elaboraba nuestra madre o tenían un pequeño salario en la iglesia en donde ayudaban a oficiar la misa cada madrugada.
Lo que le pasó a nuestra generación es que nosotros mismos
“elaboramos un discurso” que no dio resultado: ‘¡Yo no quiero que mi
hijo pase los trabajos que yo pasé!’. Usted ¿por qué tiene lo que
tiene…? Pues porque le costó su esfuerzo… muchos sacrificios, y así es
que aprendimos a valorar los esfuerzos de nuestros padres al ”ver y
compartir” su esfuerzo, en lugar de “ocultarlo” y aparentar que todo es
“color de rosa” en la vida. Sin embargo, nosotros acostumbramos a
nuestros hijos a recibir todo por obligación.
Somos la generación que pedía permiso a los padres; y pide permiso a los hijos
Estamos forzados a revisar los resultados, si fuimos muy permisivos o
si sencillamente hemos trabajado tanto, que el cuidado de nuestros
hijos queda en manos de las domésticas maestros, y en un medio ambiente
cada vez más deformante y supuestamente por nuestro cargo de conciencia
de no tener mucho tiempo con ellos, subsanarlo con cosas materiales.
NUNCA ES TARDE PARA CAMBIAR.
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