Dos días después de la elección presidencial, en la soledad de su casa, habiendo
comenzado a asimilar lo que habían sido estos intensos meses de su vida, y lo
que vendría después, Josefina recordaba cada uno de los momentos que habían
marcado el duro proceso electoral que había culminado y en el que fue una
protagonista principal.
En esa cuenta de sucesos, una y otra vez la constante era una ausencia, a la
que le daba más y más vueltas, y a cada una más le dolía y le molestaba, y es
entender que en efecto, el presidente Calderón no la apoyó para ganar las
elecciones.
Y es que el panismo ha sido poco crítico para decir qué fue lo que pasó en
este proceso electoral y cuáles son las causas verdaderas que explican ese
penoso tercer lugar. Es cierto que el partido fue un lastre, al mostrarse
dividido, con problemas en la elección de candidatos, con candidatos de bajo
perfil, con gobiernos estatales desgastados y negligentes, que incluso cayeron
al tercer lugar casi todos como Jalisco, Baja California, Morelos. Pero esto ha
impedido ver que también, con un peso mayor, uno de los principales es el
presidente Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, aunque hábilmente ha cuidado
diluir la responsabilidad entre todos para evitar que se hable de él mismo.
¿Recuerdan sus manos limpias?
ANTECEDENTES
Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, presidente de México, es un político, para
su buena y mala fortuna, mucho muy conocido. Inquieto y bravucón desde siempre,
su estilo de liderazgo ha dejado huella en todos los puestos que ha tenido,
desde dirigente juvenil nacional, hasta secretario general y presidente del CEN
del PAN, coordinador parlamentario, secretario de estado, candidato y presidente
de la república.
Ese mismo estilo le llevó a distanciarse y aun atacar de modo
grosero a su antiguo mentor Carlos Castillo Peraza, situación ampliamente
conocida en el PAN. Y que originó la renuncia de éste al PAN antes de morir.
Lo que está claro es que nunca quiso a Josefina, y en los diferentes momentos
en que coincidieron encontró la manera de hacérselo sentir. Por ejemplo, el
breve tiempo en que coincidieron en la 58 legislatura, él como coordinador y
ella como diputada plurinominal externa, antes de que en noviembre del 2000 Fox
la invitara a ser secretaria de Desarrollo Social.
Posteriormente coincidirían en ese nivel como secretarios de Estado cuando
Fox invita a Calderón a ser secretario de Energía, puesto al que renunció por
las posteriores criticas del ex presidente por su autopromoción en un evento en
Guadalajara. Luego le ganaría la candidatura al favorito de la pareja
presidencial Santiago Creel Miranda, aunque con las mismas mañas que él mismo
criticaba a los priístas en las tribunas públicas, pero que ahora calló al ser
beneficiario. Ya con la candidatura pidió refuerzos a Fox, luego de aclarar
paradas, y uno de ellos fue la incorporación de Josefina Vázquez Mota a su
campaña, para lo que desde luego debía renunciar a la SEDESOL. Y no es que haya
forjado una sólida amistad con ella cuando fueron pares en el gabinete, sino
que, fiel a su estilo de usar a las personas, mas que respetarlas y promoverlas,
la quería por los votos que podía significar un programa muy exitoso como
Oportunidades, sello del gobierno foxista, y además las relaciones con
empresarios y lideres sociales poderosos que Josefina construyó en años con sus
finas maneras de relacionarse.
Al principio se propuso una coordinación binaria de campaña, junto con Juan
Camilo Mouriño (QEPD). Pero cuando las cosas no salieron bien, hacia finales del
2006, Mouriño decidió hábilmente dar un paso a un lado y dejarla a ella como
figura pública de la campaña y seguir operando bajo cuerda, pues la realidad es
que el equipo calderonista siempre le tuvo desconfianza y antipatía, la que le
mostraron cuantas ocasiones pudieron, y operaron muchas cosas al margen y en
contra de ella.
Con todo, viene la apretada victoria "haiga sido como haiga sido" según su
célebre y desafortunada frase, y en la definición de los puestos del gabinete
Josefina quería ser secretaria de Gobernación. Calderón evidentemente, luego de
haberse valida de ella y sus buenas relaciones, no estaba dispuesto a ponerla en
una posición relevante como ésta, y para evitarlo de manera burda se dedicó a
filtrar a los medios una serie de ataques. Y es así que la nombra como
secretaria de Educación Pública.
Este es un puesto importante sin duda, porque el tema educativo es crucial
para el desarrollo sostenido de México, pero la puso ahí solo para que lidiara
con una alianza pragmática de Calderón, la maestra Elba Esther Gordillo, a quien
le había aceptado apoyo para ganar la elección y a quien ahora debería
retribuir, pero mas por necesidad que ganas, y decidió encargar de esa papa
caliente a Josefina. Y ella así lo hizo, con enorme esfuerzo sacó adelante la
evaluación a maestros y alumnos, imprescindible para mejorar la calidad
educativa, pero eso le costó un desgaste que no respaldó Calderón y cuando Elba
Esther Gordillo le exigió la dimisión de la titular del área, éste aceptó quizá
hasta con gusto, pues además le daba la ventaja de sacar de la jugada a una
potencial competidora de la carrera presidencial de 2012 y ese era un proceso
que él tenía que controlar, como hace o quiere siempre.
Calderón simplemente pudo haberla quitado del puesto, pero por diversas
circunstancias logró que en lugar de ello la dirigieran hacia la Cámara de
Diputados, perfilada como coordinadora. Esta posición le permitió mantenerse en
la carrera presidencial, pues los legisladores federales constituyen una red
nacional que le permitió extender su presencia en todo el país, además de que le
ofreció reflectores bien aprovechados por su carácter muy propicio para lo
mediático y atractivo a la gran masa de ciudadanos. Sin embargo Calderón también
aquí encontró la manera de bloquearla cuanto pudo, pues la obligaba a
negociaciones con márgenes sumamente estrechos, cosas complicadas o imposibles,
sin nada que ofrecer a cambio, y una y otra vez le reprochó en las reuniones del
sistema PAN su ineficacia, hasta que ella decidió espaciar su asistencia a estas
sesiones de tortura.
LA CANDIDATURA
Es claro que Josefina nunca fue la candidata de Calderón. Este fraguó imponer
a su sucesor con mucho tiempo de anticipación, y en los planes nunca estuvo
ella. El primer paso fue hacerse de la dirección para lo cuál echó a Manuel
Espino Barrientos, aprovechando los continuos deslices verbales del sonorense,
impuso a un incondicional, Germán Martínez Cazares para operarle cuanto
quisiera. Por ejemplo la elección federal intermedia de 2009, en la que Calderón
personalmente impuso vía el presidente del partido, estrategia, candidatos,
mensaje, operadores, con muy malos resultados. Luego cuando por ello Germán
Martínez renunció, mas aliviado por huir de los continuos regaños del irascible
presidente, lo sucedió César Nava Vázquez, con poca mejor fortuna pero que por
manejarse a dos caras costó la caída del mejor secretario de Gobernación que ha
tenido Calderón, Fernando Gómez Mont. Luego esta cadena con la que usaba al
partido como agencia de asuntos electorales de la Presidencia de la República se
rompió al no poder imponer a Roberto Gil Zuarth como presidente del partido, en
una operación comandada por su operadora estrella Patricia Flores Elizondo, para
entonces la persona más poderosa del gabinete calderonista. Y es que ahí comenzó
a verse el enojo y desencanto de muchos panistas por esa actitud muy de él,
autoritario, en asumirse como un semidiós político, dueño de vidas y carreras
partidarias.
Con la dirigencia en manos de alguien al menos no identificado con ningún
aspirante presidencial pudo desarrollarse la contienda interna. Primero el
impuso una baraja de 10 nombres, seis de los cuales estaban bajo su órbita, a
los cuales poco a poco fue bajando, también del feo modo que le caracteriza. A
uno le ordenó salir a rueda de prensa a que dijera que declinaba. A otro "le
avisó" a bordo del avión presidencial en una gira de trabajo que no iba a
competir, a otro lo ridiculizó, a otro más lo enfermó, hasta quedarse solo con
su favorito, Ernesto Cordero Arroyo. Al principio lo dejó hacer, correr su
estrategia con su gente, hasta que vio que no prendía y decidió poner toda la
carne al asador, y operó con todo, con todo el gabinete y mandos medios del
gobierno, y muchísimo dinero. Solo así puede explicarse como es que al final la
muy ríspida competencia pudo estar más cerrada de lo que todo mundo pensaba.
Josefina gana contra viento y marea. Decide no cargar con los agravios de la
campaña interna, en la que fue incluso insultada. Decide dejar atrás todo lo que
hicieron sin ética para tratar de ganarle, y decide que no puede pelearse con el
presidente si quiere ganar la complicada elección presidencial. Así, una y otra
vez incluye a personajes del calderonismo en su principal grupo. Empezando por
el coordinador general de su campaña Roberto Gil Zuarth, secretario particular
del presidente, aun a pesar de que este no tiene ninguna experiencia previa en
el tema de campañas electorales, y al que mantiene todo el tiempo a pesar de su
novatez mostrada en múltiples yerros durante todo el proceso, sobre todo los
catastróficos del arranque y que le impidieron posicionarse como una competidora
real de Enrique Peña Nieto, y por encima de Andrés Manuel López Obrador. Pero
además de Gil estuvieron el propio Cordero, Max Cortázar, Rafael Giménez.
Posteriormente incluye con gran protagonismo a Juan Ignacio Zavala (cuñado de
Calderón), el más hábil operador de todos ellos.
Un presidente de la república en México tiene mucho poder. Entonces resulta
al menos extraño, como es que no lo usó para apoyar a Josefina. Sus relaciones
con los medios estaban perfectamente aceitadas con Alejandra Sota, con
cantidades importantes de dinero además del favor de no haber impulsado reformas
que permitieron la competencia en la televisión. Y siempre, sin rubor, ese apoyo
fue al candidato priísta, lo que mueve en realidad a pensar que esto no fue
casual.
La campaña de Josefina tuvo dos grandes problemas. Uno, los pleitos internos,
particularmente entre los identificados con Calderón y los que la venían
acompañando desde los tiempos de SEDESOL como Octavio Aguilar, Herminio Rebollo,
Miguel Zsékely y Rogelio Gómez Hermosillo.
El otro fue la falta de dinero. En el PAN nunca se pudieron explicar como es
que nunca hubo dinero en la campaña ni siquiera para volantes, para ningún tipo
de publicidad en la cantidad mínima necesaria para este tipo de procesos. No se
diga para operaciones más complejas como detectar simpatizantes, pagar menciones
en noticieros, apoyar gestiones y alianzas.
Unos meses antes, por ejemplo, la campaña en Michoacán de Luisa María "Cocoa"
Calderón Hinojosa, hermana del presidente, contó con una enorme cantidad de
dinero, y operadores de todos lados y de todo tipo. Nada de eso se vio en la
campaña presidencial ni de lejos. Se sabe que las relaciones del gobierno son
las que mas fácilmente pueden captar y canalizar donativos a las campañas, nadie
quiere quedar mal con el partido en el gobierno, que tantos favores puede
dispensar o tantas puertas puede cerrar cuando quiere. Y nada. Además de eso, el
muy sospechoso inmovilismo de casi todo el gabinete y los primeros niveles. NI
una declaración, ni un acto de campaña, ni dinero aportado, ni operación. Los
únicos que tímidamente quisieron hacerlo, tarde y mal fueron los de SEDESOL con
Heriberto Félix Guerra. Solo muy al final, cuando ya no había nada que hacer,
Margarita Zavala se apareció de tiempo completo en la campaña pero esto mas
pareció como una coartada para justificar el apoyo de su esposo.
Felipe Calderón sabía –demos el privilegio de la duda de si además quería-,
que Josefina iba a perder. En las célebres reuniones del sistema PAN, lunes o
miércoles, lo dijo una y otra vez las últimas semanas, todo el mes de junio:
"vamos a quedar en tercer lugar, esto está perdido", cuando aun quedaba un mes
de campaña. Desde ahí se pidió la contratación del productor televisivo Pedro
Torres, quien hizo los pésimos primeros anuncios de la campaña, y quien al mismo
tiempo trabajaba para la campaña priísta. Ahí impuso, con los feos modos que lo
caracterizan, líneas de comunicación en los anuncios televisivos siguientes, aun
y contra la opinión de expertos como Rafael Giménez.
Ahí en esas reuniones se burlaba de lo mala candidata que era "Pina" como el
suele llamarle. Ahí insultó delante de los 15 asistentes promedio a Gustavo
Madero, se burló de él, lo humilló. Hasta llegar a la locura de exigirle a
Josefina que anunciara en los tres últimos día de su campaña, el gran
"campanazo" de que lo nombraría procurador General de la República para darle
continuidad al tema de combate a la inseguridad, con lo que mostró que no quería
ni podía limitarse a gobernar el país y el partido por seis años, sino que
fueran mas, una prolongación en el tiempo de su poder, y por otro lado su ya
deteriorada sensibilidad política que nunca entendió que había otros temas por
los que su gobierno pudo ser conocido y apreciado, y en lugar de ello se empeñó
en hablar una y otra vez del combate a los delincuentes, rubro en el que nunca
fue aprobado en su estrategia.
Un personaje muy cercano a Josefina, como Octavio Aguilar, en entrevista para
el diario Índigo (jueves 5 de julio), ha sido el único que ha sido capaz de
evitar la autocomplacencia panista, al decir con claridad lo que muchos dicen en
reuniones privadas sin atreverse, con frases contundentes como estas: "Estoy muy
sorprendido de la inoperancia del presidente de la República y de muchos
secretarios de Estado", se queja.
"Lo que es un hecho es que el presidente no quería que la candidata fuera
Josefina... la presionó para que fuera candidata del Estado de México. Porque el
presidente impuso candidatos en los estados; también para senadores y diputados,
e intentó poner al líder del PAN".
"¿En qué gobierno del mundo los ministros de Estado no hacen pronunciamiento
a favor de su candidato? Y el mismo se responde: en ninguno. Hacerlo, es lo
democrático, lo correcto. Pero en México, ningún secretario hizo un solo
pronunciamiento por Josefina".
En síntesis. Felipe Calderón, presidente de México, no dio línea para apoyar
a Josefina. No quería que fuera la candidata. La traicionó".
Además puede leerse el lúcido artículo de Jesús Silva-Herzog Márquez del
lunes 23 de julio en Reforma, que entre otras cosas dice: "En varios gestos que
lo retratan, el presidente Calderón ha rehuido cualquier responsabilidad en la
derrota reciente. A su juicio, los electores no castigaron al partido en el
gobierno, sino que castigaron a un partido que no defendió suficientemente al
gobierno. Al parecer, los electores que votaron abrumadoramente por dos opciones
de alternancia, le reprocharon a la candidata panista el intentar distanciarse
del gran Presidente que, según Calderón, fue Calderón. Más aún, su intento por
limpiar su responsabilidad en la derrota lo condujo a ensuciar la elección misma
y prestarle su servicio a la causa de la ilegitimidad del siguiente gobierno.
¿Cómo puede ofrecerse como guía de un partido derrotado un hombre que no tiene
el menor impulso autocrítico y que reparte culpas para sacudirse una derrota de
la que, por supuesto, fue arquitecto?"
Y en la misma línea el senador Ricardo García Cervantes señaló a Proceso, el
15 de julio: "Un partido que está en el gobierno puede aspirar a que, haciendo
un buen gobierno, se conserve en el poder. Si no logra conservarlo, en un
silogismo muy sencillo, quiere decir que no satisfizo las expectativas del buen
gobierno. Eso está claro". Además de que señala un problema ético muy fuerte en
el PAN, con muchos eventos de corrupción.
Y finalmente en el medio Reforma el lunes 23 de julio, las declaraciones del
senador electo Javier Corral: "Si alguien empoderó a la empresa que fabricó Peña
Nieto fue el Presidente de la República. ¿En función de qué lo hizo? No hay una
explicación. Para mi la única explicación es que hasta este nivel llegara el
compromiso de Calderón o que él sintiera un compromiso por la elección de 2006
de pagar los favores".
Finalmente, se sabe que el presidente Calderón está teniendo reuniones con
consejeros nacionales. Excepto los de Veracruz, Entidad en la que explotó, en
las demás ha sido cordial, terso. Sin embargo, no dejó de ocultar, en la que
sostuvo con los del Estado de México, el jueves 19 de julio, que se siente en la
obligación de sacar de nuevo al PRI de Los Pinos. Y para eso debe, con su grupo,
ir por el control del PAN. La pregunta es ¿Si siendo presidente de la República
no impidió que el PRI llegara a Los Pinos podrá hacerlo sólo desde el
partido?
Así es que, cuando el Consejo Nacional panista se reúna el próximo 11 de
agosto, a hacer la evaluación de lo que pasó el 1 de julio, será muy interesante
ver de qué tamaño consideran los panistas la responsabilidad de Calderón, o de
lo contrario hasta que grado están comprometidos con él. Y él a su vez solo
tiene dos alternativas: o avanzar en democracia o seguir su espíritu de
imposición.