Diana reconoce que en ese momento, por el coraje e impotencia que sentía al ver a su nieta atacada, pensó: “Chingue su madre, hasta donde tope esto: si mi hija es culpable, que pague”.
Los familiares llevaron a la Procuraduría General de Justicia de Coahuila (PGJ) para interponer la denuncia. De ahí las enviaron al Centro de Justicia para La Mujer para que el médico legista examinara a la menor.
Al arribar a la dependencia estatal, le preguntaron por el paradero su hija Ana Karen. “No sé, le llamo a su celular y no contesta”, replicó Diana a la funcionaria que la atendió.
La madre recuerda que su nieta narró que su padrastro la amarró de manos y pies, y la amordazó en la parte alta de la casa; también detalla que ahí la tocó y puso su miembro en la boca a lo largo de la noche.
Agrega que la pequeña aseguró que por la mañana –entre las seis y seis y media horas–, el supuesto agresor salió de casa y que en ese momento se desató y  “abrió la puerta con una navajita, y corrió a casa de su tía”.
Diana sostiene que al escuchar el relato a su nieta dedujo que su hija también podría haber sido violentada, y que por esa razón no contestaba a sus llamadas.
–¿Y si mi hija está en el patio de la casa? A lo mejor está amarrada también y no puede hablar– refiera Diana que le comentó a la agente del Ministerio Público.
–¿Quiere que le mande gente a su casa?
–Sí, mande gente y si no abre no importa, yo autorizo que tumben la puerta. A lo mejor mi hija está tirada, a lo mejor está desmayada.
–Le voy a mandar gente (ministeriales). Usted se va a ir en una patrulla – le habría dicho la funcionaria.
Diana señala que iba en camino a casa de su hija, acompañada con dos agentes, cuando una sobrina le dio la trágica noticia. “Ese maldito me había matado a mi hija”.
La vivienda ya estaba acordonada cuando la mujer arribó.
La madre de Ana Karen detalla que su hija estaba atrás de un sillón de la sala sin vida, amordazada de pies y manos, y con una camisa adentro de su boca. Sus mejillas estaban rasgadas, tenía heridas de arma blanca en diferentes partes del cuerpo, así como huellas de violencia sexual.
“El médico legista nos dijo que ella, aún después de muerta, fue violada vaginalmente y analmente toda la noche”, abunda la madre