NOTA DEL BLOG: Como va saliendo y lo pongo con mucho coraje y dolor ............
Tengo que poner ésto YA SE HAN OIDO MUCHAS MALAS HISTORIAS sobre las malas actuaciones de 43 ZONA MILITAR y el BATALLÓN 51 Ojalá esto fuera una "hablada a favor" pero es todo lo contrario algo malo está pasando y está costando vidas innecesariamente ...
.los "Que pagan el pato " son la tropa de del Ejercito y la Policia Federal.
ESTE REPORTAJE ES UNA GRAVE DENUNCIA yo le llamaría
ALTA TRAICION ..........maldita sea siempre sale alguna estupidez cometida por algun alto mando o alto politico corrupto o de plano MIEMBRO DE LOS CARTELES DE NARCOTRAFICANTES
Primero va un Tuit de Hoy de
@ValorMichoacan y luego un reportaje de
NuestraAparenteRendicion del 31 de Julio del 2013
El batallón de Apatzingan nuevamente mostrando de que lado esta , no
apoyaron a los federales estaban a MINUTOS de donde los emboscaron y
llegaron después de DOS HORAS! batallón 51 de i. de Apatzingan solo
proteges a los criminales , NO ES JUSTO cuanta impunidad , en el 2010
siempre era así , ese batallón JAMAS APOYABA en enfrentamientos , pero
no soldados corruptos ahora somos el pueblo y si no pueden o sus altos
mandos están coludidos y les ordenan no actuar mejor RENUNCIEN ,
prometieron proteger su patria y solo la están vendiendo al mejor postor
, VERGUENZA LES HUBIERA DE DAR portar ese uniforme de HONOR , ustedes
no merecen ser SOLDADOS.
http://tl.gd/n_1rsf7kk
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Mi decepción del ejército: Experiencia de un soldado en Michoacán
FUENTE NuestraAparenteRendicion
DE: DIANA COLÍN GARCÍA 31 DE JULIO 2013
Permanecí esperando a Adolfo más
de cuarenta minutos en una conocida plaza al sur de la ciudad. Después
de veinte minutos le vi llegar. Por poco y no lo reconozco, había
cambiado su vestidura militar por un holgado pants de algodón y su
rostro transmitía serenidad en vez del estrés concerniente a los
ajetreados días en combate, las pocas semanas de su baja definitiva le
habían sentado bien.
Adolfo (como había pedido que le llamara
por su admiración a Adolfo Hitler) me relató una de las versiones no
oficiales de lo acontecido los días 8, 9 y 10 del mes de diciembre en
2010, cuando la ciudad de Apatzingán se vio envuelta en llamas debido a
dos enfrentamientos entre la Policía Federal Preventiva, elementos del
ejército mexicano contra la asociación delictuosa conocida como la
Familia Michoacana.
¿Durante cuánto tiempo estuviste en el ejército?
Fueron aproximadamente cinco años, me enlisté en junio de 2007 en mi natal Estado de Hidalgo y decidí salir en 2012..
¿Qué cargo ocupaste durante tu estancia?
Soldado fusilero y tuve dos cursos de paracaidismo acreditados.
¿En dónde te entrenaron?
Estuve en varias, como la 4ta Zona
Militar ubicada en Hermosillo, Sonora. En la 16ª Zona en Sarabia,
Guanajuato, en la 38ª en Tenozique, Tabasco y en guarniciones como
Agua Prieta en Sonora y Ciudad Acuña en Cohuila, por mencionar algunas.
¿Y Coalcomán?
No; allí debíamos aplicar el adiestramiento que habíamos tomado previamente para combate a guerrilla y crimen organizado.
¿Cómo fue tu llegada a Coalcomán, Michoacán?
Mis compañeros y yo tuvimos que caminar
durante cinco días, pudimos haber ido en helicóptero o en algunos
vehículos, pero los coroneles acordaron no hacerlo por no considerarlo
necesario. Los caminos para llegar no son aptos para el transporte, ni
siquiera el del ejército.
Subimos por una colina bastante
empinada, finalmente a poco menos de un kilómetro supimos que estaba la
base en la cumbre de aquella montaña en Coalcomán, el lugar más odiado
de Michoacán por ser tan difícil de llegar. Las cosas se dificultaron
cuando dos compañeros cayeron desmayados de cansancio y nadie en la
sección conservaba una gota de agua en las cantimploras para
reanimarlos. En ese momento el sargento de nuestro pelotón ordenó
quedarnos a cuidarlos mientras los demás regresaban con un soldado de
sanidad, sólo así pudimos descansar.
¿Era dura tu vida en la base?
No tanto. Los siguientes días de
recuperación los pasamos todo el tiempo encerrados. La ropa aseada, el
baño diario y un colchón libre de alacranes y mosquitos eran las
comodidades más importantes que nos daba el batallón. Raras veces
nuestros celulares agarraban señal y aprovechábamos para comunicarnos
con nuestras familias. Generalmente al concluir nuestro entrenamiento
diario, teníamos tiempo libre para jugar baraja o ver alguna película en
el DVD del teniente. Así fue nuestra vida alrededor de un mes.
¿Qué sucedió?
En la madrugada del jueves 9 de
diciembre, el teniente nos despertó diciéndonos que teníamos sólo diez
minutos para preparar nuestro equipo y salir armados.
Todo era un lío allá afuera. Los
vehículos formados en las calzadas eran revisados por los mecánicos,
supe que el batallón saldría en pocas horas pero nunca nos dijeron hacia
dónde, de todos modos la compañía buscó un lugar para formarse en la
explanada para hacer los honores a la bandera.
Cuando terminó la ceremonia, el coronel
nos informó del enfrentamiento contra los narcos sucedido la noche
anterior en la 43 Zona Militar ubicada en Apatzingán Michoacán en donde
también habían participado varios elementos de la Policía Federal.
Cuando escuchamos el ¡romper filas!
corrimos a los vehículos, los motores encendieron y fuimos al rescate
de las dos zonas militares de Michoacán.
¿Cómo encontraron a Apatzingán cuando llegaron?
De la chingada. Cuando arribamos, eran
las ocho de la mañana. Había varios camiones quemados en la entrada al
municipio y ningún habitante se atrevía a salir, sólo circulaban
elementos del ejército, de las Fuerzas Especiales y de la PFP, al igual
que un destacamento de la Marina enviado desde la zona naval de Lázaro
Cárdenas. No había muertos, porque todos ya habían sido levantados.
Me dirigí a la cafetería de las Fuerzas Especiales, los Gafes[1]
se burlaban por la labor tan pendeja de la Policía Federal al no
haberle podido hacerle frente a unos cuantos sicarios. También
pendejeaban a los batallones de fusileros que no habían auxiliado en la
contienda.
En una mesa encontré a un amigo
perteneciente al 51 batallón de la Zona 43. Platicando con él me dijo:
Esta guerra es pura mierda, ayer a los primeros en chingarse fueron a
los pefepos, nunca nos dieron la orden de reforzarlos, los dejamos
morirse como perros.
¿Y tu amigo no te informó algo más sobre lo ocurrido el día anterior?
Claro. Sucedió que el miércoles 8 de
diciembre, en el 51 batallón de infantería, los compañeros efectuaban
sus servicios dentro de la 43 zona militar. La mañana del día anterior,
las unidades que habían sido desplegadas en zonas de incidencia habían
sido reunidas para presenciar la toma de protesta de su nuevo
comandante.
Durante la bienvenida el General de la
43 Zona Militar pronunció un discurso en el cual dijo: La guerra contra
el narcotráfico es una lucha de hermano contra hermano, no seremos
tolerantes pero no olvidemos que todos somos mexicanos.
Precisamente esa noche poco después de
las 20:00 hrs. se empezaron a escuchar los primeros disparos, durante
algún rato los soldados pensaron que se trataba de un enfrentamiento,
pero varios de los altos mandos les dijeron que se trataba de cohetes
lanzados por alguna festividad. Pero poco antes de la 21:00 hrs.
recibieron la orden de desplazarse hacia Apatzingán.
La fuerza de reacción del 51 batallón
junto con una sección del 97 batallón salieron sólo hasta después de las
21:30hrs., era de esperarse que al salir no hallarían nada, se les dio
la orden a algunas decenas de compañeros para hacer un recorrido por
algunas calles de la ciudad y volver al batallón media hora después.
En el recorrido vieron a muchos
elementos de la policía federal acantonados en la cabecera municipal con
miedo de volver a ser atacados. Les dijeron que esa misma tarde ellos
habían pedido auxilio a la 43 zona militar y que el General García les
había prometido su apoyo, pero los refuerzos nunca llegaron y se dio pie
a una masacre.
Mi amigo me contó que a la unidad de
refuerzos se les ordenó no inmiscuirse en asuntos que pusieran en
peligro su vida, antes de llegar a la zona de conflicto se escondieron
atrás de un cementerio.
Dejé a mi amigo en la cafetería. Cuando
salí, me topé con un policía federal, sus ojos tenían temor y
decepción, no pude verlo y volví con mis compañeros.
¿Cómo transcurrió el resto del día?
Durante el resto de la mañana, empezaron
a llegar más marinos así como refuerzos de la policía federal. A las
12:30 se comenzaron a escuchar disparos a corta distancia, supimos que
se trataba de una emboscada contra los refuerzos, todos los soldados
trepamos a los vehículos para ayudarles pero nos dieron la orden de
quedarnos, los únicos que salieron a apoyar fueron la policía federal y
unos cuantos de la marina.
Al poco rato el teniente coronel del 51
batallón de infantería (el nuevo comandante) salió con unos cuantos
elementos de sección 51 de las Fuerzas Especiales hacia rumbo
desconocido.
Poco después se nos dio nueva orden para
auxiliar a los pefepos, llegamos a un municipio (no sé cómo se llama)
cercano a Apatzingán poco después las 4:30 pm. En el camino de
terracería se encontraban muchos vehículos de los federales, atrás de
ellos los policías se resguardaban de los francotiradores apostados en
lo alto de un cerro.
Nuestros compañeros empezaron a
desplegarse en el terreno porque ya se encontraban en camino las Fuerzas
Especiales. En ese momento, las comunicaciones de los sicarios fueron
interferidas por nuestros elementos de radiocomunicaciones: “los verdes
ya vienen para acá. No te preocupes por ellos tu síguele disparando a
los azules, los sapos así caminan, no hay pedo.”
Nos dieron la orden de reforzar a los
policías pero éramos muy pocos a comparación de los narcos, el apoyo que
les dábamos era una chingadera, aún así creíamos ser un distractor
para los sicarios, mientras los Gafes les llegaban por atrás a partirles
las madre.
El resto de la tarde y toda la noche los
federales permanecieron acantonados entre sus carros, únicamente salían
para evacuar a sus compañeros heridos y regresar de inmediato. Tuvimos
noticias de que algunos policías habían desaparecido en la confusión del
enfrentamiento.
En la madrugada los pocos militares que
nos quedamos con la policía federal, incursionamos sobre el sector en el
que los Gafes se debían haber chingado a los sicarios, pero lo que
encontramos no tuvo madre: restos de cartuchos y radios, rastros de
sangre que llevaban a un camino marcado por huellas de neumáticos, y dos
pefepos ultimados.
La mayoría de sicarios había huido horas antes, los Gafes nunca fueron enviados a ese lugar.
¿Hubo alguna reacción por parte de tus compañeros al darse cuenta de esto? ¿Cómo reaccionó la gente de Apatzingán?
Hubo mucho descontento entre nosotros,
lo que hicieron los Gafes no tuvo madre. Los dos días siguientes fueron
un infierno para todos, los elementos de la policía federal nos veían
con decepción por sus compañeros caídos, las otras compañías nos decían
que no teníamos huevos.
Para acabarla de chingar, los
michoacanos hicieron una protesta frente al batallón exigiendo que la
PFP abandonara Apatzingán y los acusaron de asesinos, en esos momentos
odié a aquella gente. El 9 y 10 de diciembre gran parte del ejército
permaneció acantonado en el 51 batallón mientras los federales salieron a
hacerle frente a los sicarios. La gente olvidó que ellos también eran
personas, tenían familias e hijos que no volverían a ver, mientras los
integrantes de la Familia Michoacana se encontraban en sus domicilios en
Apatzingán, Tepalcaltepec y el mismo Coalcomán.
Nos dio coraje de no poder hacer nada,
al regresar a la base, el resto de las tropas nos abuchearon por no
poder haber sido de utilidad y dejar masacrar a los de la Policía
Federal. En aquellos momentos no pudimos decir que no había sido nuestra
culpa, sino órdenes del general de la 43 zona militar. Fue allí cuando
todos comenzamos a decepcionarnos del ejército, pues eran los mismos
generales los que ayudaban a la Familia.
¿Fue allí cuando tomaste la decisión de desertar?
No; eso fue a principios de junio de 2011. Después del incidente del 24 de mayo en Apatzingán[2]. En esas fechas la PFP trabajó otra vez con el ejército mexicano, tuvieron un enfrentamiento con Los Caballeros Templarios.
En esa ocasión yo estaba en descanso, me
enteré por uno de mis compañeros que cuando el ejército entró en las
localidades de conflicto, los radios (al igual que la vez anterior)
interceptaron las comunicaciones de los sicarios, ellos decían: a los
verdes (militares) no les disparen, son amigos. A los azules (PFP)
denles con todo.
En el único apoyo hacia la PFP por parte
de el ejército, un helicóptero militar descendió para apoyarlos, pero
el Comandante del batallón 51 de inmediato notificó al general de la 43
que estaban en posición para acribillar a los sicarios en una emboscada,
éste les respondió por radio: ¿Que chingados haces ahí? Retírate. Mi
amigo, varios compañeros militares y policías escucharon estas palabras.
Los federales quedaron solos cuando el helicóptero ascendió, también fueron acribillados a tiros.
Al día siguiente el capitán de marinos
se presentó directamente con el comandante de la PFP para brindarle su
apoyo, así, el ejercito quedó totalmente excluido y lo único que hizo
en los días siguientes fue llevar a un corralón las camionetas
abandonadas de los cárteles, entraron en casas de seguridad para rapiñar
cartuchos, armamento y droga que posteriormente exhibieron ante los
medios.
Fue esta noticia la que nos hizo
desertar del ejército a varios compañeros y a mí. Pero hasta mediados
de junio de 2012 pude presentar mi renuncia formal.
Brevemente ¿qué opinas sobre tu estancia en el ejército y de esta guerra contra el narcotráfico?
Creo que tanto militares como policías
federales, somos la carne de cañón de este gobierno. La verdad, muchos
de los delincuentes están protegidos por altos mandos. Si para nuestra
mala fortuna llegamos a agarrar a un protegido de los peces gordos, a
quien carga la chingada es a nosotros. Ya han desaparecido varios
compañeros en una guerra que fue puro teatrito de Calderón.
Me duelen mis camaradas que aún siguen
en el ejército, exponiendo sus vidas, después ellos son los que pagan
las chingaderas. Lo malo es que la gente se olvida de que un soldado
sólo obedece órdenes.
[1] Forma en que se les llama a los integrantes del Grupo Aeromóvil de las Fuerzas Especiales (G. A. F. E.)
[2]
Fecha en que se suscitó un narco-bloqueo en la carretera Santa
Ana-Apatzingán. Lo que dio pie a un nuevo enfrentamiento entre
narcotraficantes, PFP y ejército mexicano.